La investigación del docente sobre su propio quehacer

¿Qué debemos hacer para producir investigaciones que impacten, transformen y generen cambios de calidad?

En días recientes en “elcentro.global” tuvimos la oportunidad de entrevistar al Dr. José Juan Carrión, experto investigador. Profesor de la Universidad de Almería (España) y Director de los programas de Doctorado de esta universidad. Asesor y consejero experto de proyectos educativos en algunas universidades en Italia, Chile, México, Guatemala, Ecuador y Costa Rica.

En esta oportunidad quisimos conversar con el Dr. Carrión sobre su visión acerca del impacto de la investigación en la calidad de la Educación y su repuesta nos conduce, necesariamente, a muchas reflexiones. Desde el inicio nos dice que “… la investigación no impacta. La educación se está moviendo por ideología no por racionalidad…” También explica que, desde su punto de vista, hay mucha investigación que no impacta y que los muchos cambios que se realizan no provienen de investigaciones.

A partir de estas aseveraciones del experto podemos preguntarnos: ¿por qué las investigaciones en educación no impactan? ¿sobre qué se investiga y qué pasa con los resultados de esas investigaciones? ¿para qué se investiga en educación?, y finalmente, ¿qué debemos hacer para transformar esta situación y producir investigaciones que impacten, transformen y generen cambios de calidad?


Las reflexiones que hacemos en “elcentro” nos llevan a señalar que las investigaciones requieren nacer con sentido, respondiendo a un problema de investigación bien planteado, con un objeto delimitado y un objetivo correctamente planteado; de no ser así se corre el riesgo de quedar sin contenido, de repetirse o sencillamente de llegar a resultados que no se pueden implementar o que no llegan a ser de interés.  El punto de partida es fundamental, no es una formalidad sino una necesidad estructural para conducir el proceso con rigurosidad.

Adicional a lo antes dicho consideramos de especial relevancia destacar la investigación en el aula y para el aula de clases. En este espacio, el aula, convergen hechos y actores y se dan una serie de situaciones que, al tomarlas como fuentes de investigación, no solo garantizan contenidos sino también que los resultados resulten de beneficio directo y con altas probabilidades de transferencia a procesos similares. Es aquí donde entra en juego la investigación – acción y se precisa de que los profesores desarrollen ciertas competencias investigativas que les permita delimitar claramente los problemas, estructurar las investigaciones, recoger información valiosa, llegar a conclusiones e implementar mejoras. De esta manera la investigación favorecerá la calidad del proceso y será fuente importante para el análisis, la reflexión y el debate.

Desde este enfoque, como ya se ha enunciado, se apuntalan las habilidades de los docentes para observar y plantear problemas, hipótesis e investigar sobre sus propias acciones. Todo ello fortalece el proceso de motivación del profesor como investigador y le provee de herramientas para las mejoras continuas de su quehacer pedagógico. Por todo ello destacamos la importancia de que en las instituciones educativas, de todos los niveles, se impulse este tipo de investigaciones, que genera además otros beneficios a nivel de comunidad, entre los que se destacan la mejor comprensión del contexto, la participación activa de los profesores en las soluciones propias de la institución y una mejor perspectiva para plantear y realizar proyectos de investigación más amplios y complejos.

Es evidente que son varias las aristas que se derivan de los planteamientos del Dr. Carrión y que pueden ser analizadas y profundizadas; sin embargo, en este primer acercamiento a la problemática planteada creemos importante insistir en la formación de los profesores en competencias investigativas que los llevará a ellos y a las instituciones educativas donde laboran a elevar la calidad de la docencia. En la medida que los docentes sepan investigar sobre sus propias acciones y lo hagan, compartan sus resultados y propongan mejoras para los procesos de enseñanza aprendizaje, se tendrán no solo resultados que apuntalen la calidad, sino también se tendrán educadores críticos y reflexivos que podrán asumir mayores y mejores retos y propiciar que los cambios se produzcan como resultado de investigaciones.

Finalmente, la investigación es un proceso y una oportunidad de crecimiento y respuesta que no debe “cumplirse” por necesidades externas, sino como respuesta a inquietudes propias y a problemas institucionales. La calidad guarda relación estrecha con cuánto y cómo investiguemos; por ello, debemos propiciar investigaciones relevantes que impacten el proceso formativo.  

Creemos que las preguntas iniciales siguen abiertas para la reflexión en próximos artículos de nuestro blog.  ¡Contáctanos para conocer tu opinión!

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